Todo ser vivo, por pequeño e insignificante que pueda parecer, tiene alguna función en el ciclo de la vida, que reside básicamente en la formación de sustancias por las plantas superiores y en la destrucción de estas sustancias por microorganismos y micro y meso animales. Si no hubiera destrucción, la vida no podría continuar porque el mundo estaría aturdido de plantas y animales muertos, de desechos y de basura. De este ciclo de formación y degradación, depende toda la vida animal, desde la ameba hasta el hombre. Y cuanto más se acerca a la destrucción total de la sustancia, más se acerca también al inicio de nueva vida.
Toda vida sobre la tierra firme se inicia en el suelo, que determina la micro y meso vida, siendo estas, a su vez, factores de formación del suelo. En un metro cuadrado de suelo pastoral hasta 30 cm de profundidad viven los siguientes animales:
– Protozoarios (amebas)
– Nematoides
– Ácaros
– Colembolos (saltadores)
– Cientopeyas, milipés y otros
Hormigas
– Larvas de insectos
– Lombrices (oligochetas)
– Lombrices chicas (Enchytraides)
– Moluscos (babosas, caracoles)
El peso total de la fauna de 1 m2 de suelo hasta 30 cm de profundidad es de 619 g. Esto significa que el 0,206 % del suelo agrícola son animales. Se ve muy poco y es casi insignificante Y si deducimos las lombrices, quedarían solo 219 g, lo que sería el 0,07 % del suelo agrícola.
Especialmente los animales menores como los protozoarios, nematoides, colémbolos y ácaros tienen multiplicación muy rápida. Su importancia no es el número en sí mismo, ni el peso, sino la tasa de renovación. Solo los protozoarios, especialmente las amebas, tienen 3 a 4 generaciones por día. Un mg de amebas se multiplica a 1 kg en 12 días y en 15 días más serían 1 tonelada. En un mes más, su peso equivaldría al peso de 1 hectárea de suelo cultivable, es decir, 3 millones de kg. Si no estuvieran bajo el control de los otros animales del suelo y si no dependieran de la alimentación local, en poco tiempo solo existirían amebas en el mundo y la superpoblación de amebas sería mucho más violenta que la del hombre.
Los nematoides pueden alcanzar una nueva generación entre 5 y 50 días, según la especie y dependiendo de los factores que determinan las poblaciones. La media es 21 días Podríamos hacer un cálculo similar al de las amebas para los nematoides.
Los colémbolos necesitan 30 a 50 días desde el huevo hasta la etapa de reproducción. En los ácaros e insectos las etapas son algo más largas y también dependen de la temperatura y la actividad metabólica de las plantas. En todo caso, eso nos da una visión de lo que sería el mundo si cada ser pudiera multiplicarse libremente, sin ser controlado por otros. Sin embargo, en el suelo hay dos sistemas de control muy estrictos:
1-Enzimas excretadas por otros organismos, especialmente bacterias y hongos, pero también por animales como amebas, nematoides e incluso lombrices, que delimitan su espacio y que pueden incluso suprimir a otros seres;
2-El alimento disponible en la ′′ cadena alimenticia ′′ o ′′ pirámide de energía «, donde el ser de energía inferior sirve de alimento al ser de concentración energética superior.
Las lombrices son los indicadores más grandes de un suelo vivo. Estas son omnívoras, es decir, se alimentan de fuentes animales y vegetales (estos últimos en diferentes grados de descomposición), además de organismos descompositores acompañantes, como hongos, bacterias, protozoarios y nematoides. Ingieren sus propios excrementos y heces de otros organismos.
Pueden clasificarse en categorías ecológicas, dependiendo de que capa habitan en el suelo: epigéicas viven en la superficie (0 a 10 cm), habitando generalmente la serrapillera, endogéicas habitan los horizontes minerales del suelo, donde construyen galerías semipermanentes y permanentes en Las profundidades de 10 a 40 cm y las anécicas pueden superar los 40 cm de profundidad.
Las lombrices mejoran la estructura y la calidad del suelo mediante la manipulación de partículas dentro y entre los horizontes, formando agregados que permiten la entrada del agua, del aire y la penetración de las raíces. Las galerías que abren con sus cuerpecitos también ayudan a albergar a otros animalitos. Participan en la descomposición de materia orgánica, la mineralización de nutrientes y la puesta a disposición de estos elementos para las plantas.
En su tracto digestivo hay una elevada diversidad de microorganismos como fijadores de nitrógeno, productores de hormonas de crecimiento vegetal y solubilizadores de fosfato, todos involucrados en importantes procesos en el suelo. Los excrementos frescos de las lombrices presentan mayor concentración y actividad de microorganismos que el suelo circundante donde viven. Pero si falta materia orgánica y los suelos se adensan, las lombrices se hacen un nudo en el cuerpo, envueltos en forma de pequeñas bolitas. Esto ocurre para que no pierdan humedad y consuman poco oxígeno, manteniendo su supervivencia. Sin embargo, si esta situación permanece, morirán.
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